El Papa Francisco ha designado el Año Jubilar 2025 bajo el lema de la «ESPERANZA». En mi caso, me resulta difícil pensar en la palabra «esperanza» sin que venga a mi mente que, cuando era niño, mi madre me enseñó al rezar el rosario que, antes de rezar cualquiera de los cinco misterios, se invocan esas tres primeras cuentas con sus correspondientes Aves Marías para que se aumente la Fe, la ESPERANZA y la Caridad. Lo que no sabía entonces es que estas tres - fe, esperanza y caridad- son las tres VIRTUDES TEOLÓGICAS del cristianismo. Y aunque hablamos con frecuencia (y deberíamos hacerlo), y aunque invocamos a menudo el llamado a la caridad (que también es fundamental para nuestra vida de fe)... probablemente nos fijamos poco en la ESPERANZA. Desde ese punto de vista, estoy profundamente agradecido con el Papa Francisco por darnos esta maravillosa oportunidad.
Ahora bien, el Catecismo de la Iglesia Católica (en el párrafo 1817) nos enseña que la Esperanza es aquella virtud teológica por la cual deseamos el reino de los cielos y la vida eterna como nuestra felicidad... poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y contando no con nuestras propias fuerzas, sino con la ayuda de la gracia del Espíritu Santo. La esperanza nos aleja del desánimo, nos sostiene en los momentos de abandono y abre nuestro corazón a la esperanza de la alegría eterna.
Para celebrar el Año Jubilar aquí en la Diócesis de Tucson tenía dos Misas especiales en la Catedral de San Agustín el domingo 29 de diciembre, uno en Ingles y otro en Espanol.
También tendremos una serie de breves meditaciones sobre diversos temas relacionados con la esperanza, tal y como la describe el Papa Francisco. Estas «reflexiones» serán preparadas y presentadas por varios clérigos y ministros laicos de nuestra Diócesis, y tratarán los siguientes temas:
Esperanza para la paz por encima de la división
Esperanza para el entusiasmo por la vida
Esperanza para una paternidad santa
Esperanza para las víctimas de delitos y los presos a través de la justicia restaurativa
Esperanza para los enfermos, los ancianos y quienes se dedican a su cuidado
Esperanza para los jóvenes y los adultos jóvenes
Esperanza para los emigrantes y refugiados
Esperanza para los pobres y hambrientos
Esperanza para una mayor unidad entre los cristianos, y
Esperanza para las vocaciones al ministerio y al servicio
Hermanos y hermanas, les ruego que entren conmigo en el espíritu de este año jubilar. Que juntos respondamos bien a la esperanza del Santo Padre, que la virtud teológica de la ESPERANZA nos conduzca al futuro de Dios, y fortalezca el mayor de todos los tesoros: nuestra fe.