ROMA (OSV News) -- Antes de ser el Papa Francisco, el primer pontífice de las Américas, era Jorge Mario Bergoglio -- un niño de Buenos Aires que animaba al San Lorenzo, yendo a los partidos con su papá los domingos.
En un país donde el fútbol es prácticamente una segunda religión, el pequeño Jorge no conoció sus primeras alegrías, lecciones sobre el trabajo en equipo y la decepción en la sacristía, sino en la cancha.
Su devoción por San Lorenzo de Almagro no es sólo una nota nostálgica a pie de página, es una ventana al alma de un Papa que sabía lo que significaba amar con pasión, esperar con profundidad y ser leal, se gane o se pierda.
Tras el fallecimiento del Papa Francisco, San Lorenzo emitió una conmovedora declaración en la que reflexionaba sobre su vínculo de toda la vida con el club: “Su pasión por San Lorenzo siempre nos conmovió especialmente, y nos une en un constante rezo por su alma”.
Conocido cariñosamente como “El Ciclón”, este equipo ocupa un lugar especial en la historia del fútbol argentino, como uno de los “cinco grandes”. Fundado en 1908 por el padre Lorenzo Massa, los orígenes del club están profundamente entrelazados con la Iglesia Católica. Los hinchas del club son conocidos como “los cuervos”, por la sotana negra que vestía el padre Massa.
La pasión del joven Bergoglio por San Lorenzo fue heredada de su padre, Mario José, que jugaba al baloncesto en el club. Ya como arzobispo de Buenos Aires, el futuro Papa mantuvo lazos estrechos con el club, oficiando Misa en la capilla de la Ciudad Deportiva, confirmando a jugadores jóvenes como Ángel Correa, e incluso gastando 100 dólares para comprar un trozo de madera de lo que solían ser las gradas del estadio original.
En 2024, a pesar de haber rehuido casi todos los premios y reconocimientos públicos, según el comunicado del club, aceptó el honor de que el futuro estadio de San Lorenzo se llame Papa Francisco.
“Emocionado, el Santo Padre aceptó sin dudarlo”, dijo San Lorenzo el 21 de abril, horas después de la muerte del pontífice argentino.
El Papa Francisco escribió en su autobiografía “Esperanza” que le habían apodado “pata dura”, y a menudo establecía paralelismos entre el fútbol y las lecciones más amplias de la vida. En un discurso pronunciado en 2019 ante jóvenes y deportistas italianos, comentó: “El fútbol es un deporte de equipo. No puedes divertirte solo. Y si se vive así, puede tener un buen efecto sore la mente y el corazón en una sociedad irritada por el subjetivismo”.
A pesar de haber hecho un voto en 1990 de abstenerse de ver la televisión, Francisco se mantenía al corriente de los partidos a través de la radio y, más tarde, por medio de la Guardia Suiza del Vaticano. Los guardias le informaban de los resultados de San Lorenzo y de Argentina, lo que le permitía seguir conectado a la pasión de su patria.
Durante décadas, los argentinos han bromeado diciendo que, en lo que respecta al fútbol, han sido favorecidos divinamente: Tuvieron “la mano de Dios” en Diego Maradona y encontraron a su esperado “Mesías” en Lionel Messi.
Ahora, con el Papa Francisco mirando desde el cielo, los hinchas de San Lorenzo podrían preguntarse si su querido Ciclón tiene un intercesor en lo alto. Al fin y al cabo, si el fútbol es una religión en Argentina, tiene sentido que uno de sus hinchas más fieles haya acabado siendo un santo patrón en el cielo.