Por Carol Glatz, Catholic News Service ROMA (CNS) -- En la última entrevista formal del Papa Francisco antes de morir, compartió el único arrepentimiento de su vida que nunca se perdonó: haber mentido para evitar ver a una conocida de la familia por estar demasiado ocupado.
La Penitenciaría Apostólica, un tribunal del Vaticano que se ocupa de asuntos relacionados con el sacramento de la confesión y las indulgencias, encargó al actor italiano Giovanni Scifoni la realización de un proyecto de video para redes sociales como preparación para la Cuaresma.
"El proyecto consistía en reunirse con personas que han cometido actos muy graves contra sí mismas y contra otros, por ejemplo, sicarios de la mafia o exdrogadictos", declaró la cadena italiana Mediaset 1 en un comunicado de prensa el 22 de abril.
El actor les hizo a todos la misma pregunta: "¿Hay algo en tu vida que no te perdones?", decía. "La pregunta también fue finalmente planteada al Papa Francisco, quien fue entrevistado para la ocasión en la pequeña sala contigua al Aula Pablo VI del Vaticano" el 29 de enero.
La respuesta del Papa y la entrevista completa fueron emitidas por Mediaset 1 en su programa de noticias, Le Iene, el 22 de abril, indicando que era la última entrevista concedida por el Papa Francisco. El pontífice había sufrido bronquitis a principios de febrero, ingresó en el hospital Gemelli de Roma el 14 de febrero, recibió el alta el 23 de marzo y falleció el 21 de abril.
En respuesta a la pregunta sobre qué es lo que nunca ha podido perdonarse, el Papa dijo que ocurrió cuando era rector de la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel, un colegio de los jesuitas, en Buenos Aires, Argentina. Se desempeñó como rector de 1980 a 1986, cuando tenía entre 45 y 50 años.
"Había una mujer, una siciliana, migrante, que había perdido a su esposo en la guerra y solía ayudar a mi madre dos o tres veces por semana", dijo.
Ella hizo una visita sorpresa al colegio mientras él era rector, dijo. Cuando el personal de la puerta lo llamó para decirle que la mujer había pasado a saludarlo, "dije que no estaba allí".
Esta mentira terminó siendo una fuente de gran dolor, dijo, y con el paso de los años y al convertirse en arzobispo de Buenos Aires, "su hijo y su hija vinieron a saludarme y luego la invité a visitarme".
"Fue una alegría conocer a esa mujer, pero nunca me perdoné haberle dicho que no por estar ocupado y tantas otras cosas. Ese recuerdo siempre vuelve", dijo, añadiendo que siempre lleva consigo un pequeño medallón que la mujer le regaló antes de morir.
"Lo llevo conmigo todos los días, y recuerdo lo que nunca me perdoné cuando me negué a recibirla", dijo el Papa.
En el resto de la entrevista, el Santo Padre abordó temas que abordó con frecuencia durante su pontificado, como la infinita misericordia de Dios y su disposición a perdonar siempre a todos y a todo. "Somos nosotros los que no queremos ser perdonados".
La misericordia de Dios es tan grande, dijo, que incluso perdonó a Judas. Cuando se le preguntó: "¿Y el diablo?", el Papa respondió: "El problema es que el diablo nunca ha querido ser perdonado. Ese es el problema".
Si todos los "grandes villanos de la historia", como Adolf Hitler, "hubiesen pedido perdón sinceramente un segundo antes de morir, ¿los encontraríamos en el cielo con nosotros?", preguntó Scifoni.
El Papa Francisco respondió bromeando: "Bueno, quizá sean de tercera clase". Hablando en serio, dijo que las cosas cambian en el cielo. "Todos se sienten hijos de Dios. Dios nunca se cansa de perdonar".
Scifoni preguntó sobre la vergüenza, diciendo: "Hay algunas cosas de las que me avergüenzo".
El Papa dijo: "La vergüenza es algo muy hermoso. Avergonzarse de los propios pecados, de los propios fracasos, es una gran virtud".
Un sicario de la mafia al que entrevistó Scifoni dijo que el perdón es demasiado fácil y que no le interesaba. El Papa dijo que una persona así busca algo más profundo, "un camino de perdón". Un ejemplo fue alguien a quien iba a bautizar en unos días: "una persona que mató a su familia. En la cárcel encontró la fe y ahora pidió el bautismo".
El Papa dijo: "Ser perdonado es tan hermoso, tan hermoso, tan hermoso, y perdonar es un gran acto de humanidad".
Puede ser difícil perdonar, pero "tenemos que distinguir: una cosa es perdonar y otra olvidar. No se puede olvidar. Pero perdonar en el recuerdo es muy importante", dijo.