A su regreso a Roma desde el sudeste asiático, al Papa Francisco se le preguntó por quién votaría en las elecciones estadounidenses.
Primero, el Santo Padre dijo que él no vota en las elecciones estadounidenses, y añadió que los dos candidatos "están en contra de la vida, tanto el que echa a los emigrantes como el que mata a los niños", dijo el Papa. "Ambos están en contra de la vida".
"En la moral política, por lo general se suele decir que no votar es malo, no es bueno. Hay que votar y hay que elegir el mal menor", dijo, según reportes de Vatican News. "¿Quién es el mal menor? ¿Esa señora o ese señor? No lo sé, que cada uno en conciencia piense y haga esto".
¿Hay una gradación en el mal? Sí, pero cuando se trata de asuntos vitales es muy difícil distinguirlo. ¿Hay migrantes condenados a muerte por ser expulsados de Estados Unidos? Ciertamente, es posible. Sin embargo, ¿están condenados a muerte todos los fetos abortados? Eso es más seguro.
Ojalá fuera así de sencillo a la hora de votar en unas elecciones. Es más complejo, y hay que tener en cuenta muchos factores y probabilidades. Presidí el Comité de la Conferencia de los Obispos de Estados Unidos que redactó el documento sobre la responsabilidad de votar en las elecciones: "Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles".
El documento ha resistido muchos años de escrutinio y ha necesitado ser complementado añadiendo algunas cuestiones que son nuevas o que no se abordan directamente. El documento incluye ahora algunas enseñanzas papales nuevas. Por ejemplo, a las cuestiones relativas a la migración no se les dio gran importancia en su momento, ya que no era necesario en su primera redacción, pero la orientación general sobre la formación de la conciencia ha resistido los estragos del tiempo y de la opinión.
Abordemos en primer lugar la cuestión vital más evidente, que es el aborto. De la declaración de los obispos se desprende claramente que el derecho a la vida, especialmente en relación con el aborto, debe ser nuestra preocupación preeminente. Sin embargo, debemos reconocer que este tema ha cambiado a lo largo de los años.
En primer lugar, el acceso al aborto y las restricciones al mismo han quedado relegados a los estados a causa de la decisión Dobbs, lo que quizá haya cambiado ligeramente el enfoque de la defensa hacia los gobiernos estatales y locales. En segundo lugar, la mitad de los abortos actuales se realizan mediante la toma de una píldora, que ha sido sancionada por la Corte Suprema, lo que cambia ligeramente la táctica y la estrategia de la defensa provida.
La cuestión para la candidata demócrata es que apoya un derecho desenfrenado al aborto pero, con toda probabilidad, no sería capaz de conseguir que el Congreso aprobara una legislación que lo legalizara en todo el país, y mucho menos que lo convirtiera en un derecho constitucional. Las probabilidades parecen muy escasas. Se ha opuesto a los centros de embarazo y activistas provida y ha abrazado la ideología de género, incluidos los mandatos transgénero y de anticoncepción que, en ocasiones, han puesto en peligro la libertad religiosa. Es partidaria de la fecundación in vitro (FIV), lo que coincide con la postura del candidato republicano, salvo que él quiere que la pague el gobierno federal.
Por otra parte, las políticas del candidato republicano en materia de inmigración, muy especialmente en lo que se refiere a la limitación del derecho de asilo y la deportación de todos los indocumentados de nuestro país, parecen una consecuencia más segura en caso de ser elegido.
Esto incluiría la aplicación de la ley en las fronteras, que limitaría el derecho de asilo; la aplicación de la ley en el interior, que se caracterizaría por deportaciones masivas y separación de las familias; el fin de la ciudadanía por derecho de nacimiento y de los programas de "parole" humanitario, incluida la acción diferida para los llegados en la infancia (DACA); cambios negativos en el sistema de inmigración basado en la familia; una reducción del número de naturalizaciones, que se volverían mucho más caras y difíciles de conseguir; y una reducción, como en su primer mandato, del programa de reasentamiento de refugiados.
Estos cambios políticos negativos afectarían sin duda no sólo a la calidad de vida de los migrantes, sino que también pondrían en peligro muchas vidas de los deportados.
Hay muchas otras cuestiones que deben tenerse en cuenta en la decisión de votar a un candidato concreto, pero, por desgracia, hoy en día, en nuestro sistema político, solemos acabar votando contra alguien y no a favor de él. Nuestras opciones se ven seriamente limitadas por quienes se presentan a los cargos electos. Ciertamente necesitamos un electorado maduro e informado que entienda los temas que se le presentan, especialmente los temas de la vida, pero también, necesitamos candidatos cualificados que también reflejen los valores católicos.
Votar después de reflexionar sobre una conciencia católica bien formada no será un asunto fácil en estas elecciones, pero mientras votemos, debemos buscar la ayuda de Dios.
A largo plazo, la comunidad católica y otras personas de buena voluntad deben trabajar juntas para producir y apoyar candidatos que abracen la vida y la dignidad humana y trabajen para establecer el bien común para todos.