SAN LUIS, Arizona (OSV News) -- Mientras el sol se ponía sobre la frontera internacional, un pequeño grupo de obispos católicos se dirigía hacia México. Flanqueados por sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y defensores de los inmigrantes, los prelados estadounidenses caminaron por la calle principal de San Luis el 12 de octubre.
Esta insólita imagen hizo detener el tráfico que entraba y salía del concurrido puerto de entrada. Los espectadores sacaron sus teléfonos móviles para tomar fotos en este segundo domingo de octubre.
El obispo Gerald F. Kicanas, administrador apostólico de la Diócesis de Tucson, encabezó al grupo en su misión misericordiosa de solidarizarse con los migrantes.
"Nos unimos a nuestro Santo Padre, el Papa León XIV, al recordar que el Señor nos ha llamado a no olvidar a los más pequeños y débiles entre nosotros", dijo el prelado. Las estimaciones internacionales en la región fronteriza de Arizona y el estado mexicano de Sonora han documentado más de 3.400 muertes de migrantes en un período de 30 años.
San Luis, en el extremo occidental de la Diócesis de Tucson, fue el escenario de la reunión binacional, ya que se encuentra junto a Sonora y otro estado fronterizo mexicano, Baja California. Justo al oeste fluye el río Colorado y, ligeramente al norte, reside la tribu Quechan. Al sur de la frontera, la Diócesis de Mexicali alberga a más de un millón de católicos.
Los sacerdotes de la Diócesis de Tucson atienden a una zona de más de 45.000 millas cuadradas. En cuanto a superficie, es una de las más grandes de los Estados Unidos continentales.
El obispo Kicanas, quien dirigió la Diócesis de Tucson durante casi 15 años antes de jubilarse en 2017, relató sus experiencias bendiciendo a los migrantes. "Podía ver que estaban preocupados, ansiosos, pero creían en el Señor y entendían que cada uno de ellos era una persona de valor infinito", dijo.
Sus hermanos obispos compartieron sentimientos similares, entre ellos el obispo José Luis Cerra, de la Siócesis de Nogales, en México; el obispo John P. Dolan, de Phoenix; el obispo auxiliar Gregory W. Gordon, de Las Vegas; el obispo Alberto Rojas, de San Bernardino, California; y el obispo auxiliar Felipe Pulido, de San Diego.
Otras cuatro diócesis enviaron representantes en señal de solidaridad. Aunque sus diócesis no se encuentran directamente en la frontera sur, los líderes católicos afirman que a menudo atienden a familias que se han visto fracturadas por las deportaciones y otras complejidades relacionadas con la inmigración.
La peregrinación binacional se inspiró en la Iniciativa Kino para la Frontera (Kino Border Initiative), una organización católica arraigada en la orden jesuita que existe en Nogales, Arizona, y Nogales, Sonora. Su líder desde hace mucho tiempo, Joanna Williams, directora ejecutiva, dijo: "Siento una profunda gratitud por la realidad de la unidad de nuestra Iglesia. Este día es simbólico. Me da una gran esperanza, y quiero transmitir esa esperanza a los migrantes a los que servimos en Nogales, México".
El obispo Kicanas tomó una gran cruz de madera para comenzar la caminata hacia México. A sus 84 años, era el obispo de mayor edad en la manifestación del domingo. En marzo de 2024, el Vaticano le pidió que ocupara temporalmente la vacante dejada por el ahora arzobispo Edward J. Weisenburger, quien fue nombrado para dirigir la Arquidiócesis de Detroit.
"Están listos para caminar? …Aquí somos hermanos de diferentes países, pero una familia verdad, la familia de Cristo”, dijo el obispo Kicanas antes de empezar el recorrido. El obispo, quien es sacerdote desde hace casi 60 años, ha seguido activo en su ministerio como obispo emérito.
"Caminamos junto a nuestros hermanos y hermanas que están pasando apuros para que conozcan nuestro amor, nuestra preocupación y nuestro respeto por cada uno de ellos", dijo en inglés.
A lo largo del recorrido del 12 de octubre, los obispos se turnaron para llevar la cruz, deteniéndose en estaciones improvisadas que conmemoraban símbolos del viaje de los migrantes. Varios cientos de personas se unieron a la procesión.
Que la caravana entrara oficialmente en México cuando el sol desaparecía tras las montañas de Gila parecía casi providencial. Los agentes federales se encontraban dentro del puerto mexicano, algunos de ellos grabando vídeos con sus teléfonos móviles. En las calles de la ciudad de San Luis Río Colorado, Sonora, la policía mexicana acordonó la intersección, una importante vía pública de la ciudad de unos 200.000 habitantes.
Cuando el grupo entró en México, fue recibido con aplausos por parte de obispos, sacerdotes y laicos mexicanos. Los prelados mexicanos eran el obispo José Luis Cerra Luna de Nogales, el obispo Enrique Sánchez Martínez de Mexicali y el obispo Eugenio Lira Rugarcía de Matamoros-Reynosa.
Momentos después, la peregrinación binacional continuó hacia el sur, en dirección a la Parroquia de la Inmaculada Concepción, una iglesia que se encuentra en la plaza de la ciudad desde 1946. Allí, todos los obispos presentes y representantes de los obispos las diócesis de Santa Fe, Nuevo México; Colorado Springs, Colorado; y Cheyenne, Wyoming, así como de la Arquidiócesis de Denver, firmaron por turnos un acuerdo para seguir apoyando a los migrantes. En total, 12 diócesis de México y EE.UU. firmaron esta declaración.
El acuerdo binacional subrayó el compromiso con la solidaridad y animó a los fieles laicos a hacer lo que puedan al comprometerse con labores de solidaridad concretas, que incluyen:
-- "Salir al encuentro y escuchar a nuestros hermanos y hermanas migrantes acompañándolos en sus necesidades y desafíos, en sus esperanzas y sus posibilidades".
-- "Generar espacios de trabajo y diálogo mutuo. En México: organizar conversatorios locales para la paz. En Estados Unidos: reunir a personas con experiencias de migración y a quienes están más alejados de estas realidades".
-- Oración ferviente y defensa: "Orar y defender fervientemente la seguridad y el bienestar de las personas migrantes y refugiadas. Orar por los miembros de las fuerzas del orden público y animarlos a reconocer siempre la dignidad humana de quienes encuentran y a actuar según lo que les dicta su conciencia".
-- Oración continua por los responsables políticos: "Orar por los legisladores en Estados Unidos y México y abogar para que implementen leyes y políticas que promuevan la seguridad de las personas que huyen de la violencia, respeten la dignidad de las personas migrantes y refugiadas, y defiendan la santidad de la unidad familiar".
-- Testimonio público pacífico y orante: "Siguiendo el espíritu del Año Jubilar, organizar una vigilia católica para personas migrantes".
Williams dijo que Kino Border Initiative esperaba que las 24 diócesis representadas en la peregrinación binacional buscaran oportunidades para evangelizar el 22 de octubre y el 13 de noviembre como un momento de unidad.
"Vemos la manifestación de esta celebración, no solo la procesión, sino la belleza de que, en el proceso de coordinación de este evento, también nos hemos acercado más", dijo. "Todos somos más hermanos y hermanas gracias a esto y nos da una base para continuar este trabajo en solidaridad".
Después de firmar el acuerdo, los obispos entraron en procesión en la iglesia. Más de 300 personas se sentaron en los bancos, mientras que fuera al menos otras 200 veían la ceremonia en un proyector. La Diócesis de Mexicali transmitió en directo la Misa bilingüe que fue concelebrada por al menos 30 sacerdotes de México y Estados Unidos.
Para Williams, la diversidad fue especialmente significativa para el mensaje que transmitirá a los migrantes a los que apoya: "Mis palabras no pueden cambiar su situación porque son deportados, están separados de sus hijos, pero ahora puedo decirles que su obispo se preocupa por ustedes y está preocupado por ustedes. Fue a México para solidarizarse con ustedes".
Después de la Misa, los obispos saludaron a los asistentes y les agradecieron que hubieran acudido desde cerca y desde lejos para celebrar el Jubileo de la Esperanza, haciéndose eco del mensaje del difunto Papa Francisco de que "las personas que se desplazan son peregrinos de la esperanza".
El obispo Kicanas afirmó que la peregrinación y la Misa eran parte integral de la misión de la Iglesia de servir a los demás.
"Juntos, ante el altar del Señor, le pediremos que bendiga a los que sufren", dijo.
"Los obispos que están aquí están aquí porque creen que debemos ser y actuar como hermanas y hermanos en Cristo".