CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- El primer paso para mantener a Cristo en la Navidad es que los cristianos le hagan un lugar en sus corazones, dijo el predicador de la casa papal al Papa Francisco y a los altos funcionarios del Vaticano.
"Debemos hacer todo lo posible para mantenerlo obstinadamente presente. No para escondernos detrás de él y guardar silencio sobre nuestros fracasos, sino porque él es 'la luz de las naciones', el 'nombre que está por encima de cualquier otro nombre', 'la piedra angular' del mundo y de la historia", dijo el cardenal Cantalamessa el 22 de diciembre, ofreciendo su última meditación de Adviento de 2023.
El cardenal, miembro de la orden de los franciscanos capuchinos, insistió en que cuando San Francisco de Asís montó el primer pesebre viviente en 1223, lo hizo para ilustrar la pobreza, sencillez y penuria en la que nació Jesús.
"Lamentablemente, con el paso del tiempo, el pesebre se ha alejado de lo que representaba para (San) Francisco", dijo el cardenal. "A menudo se ha convertido en una forma de arte o entretenimiento del que se admira el decorado externo, más que el significado místico".
Sentado en la sala de audiencias del Vaticano, con un alto crucifijo a un lado y un nacimiento de mosaico con San Francisco de Asís detrás, el cardenal dijo que, aunque mucha gente no entienda el significado del belén, "sería una tontería renunciar a él".
"En nuestro mundo occidental se multiplican las iniciativas para eliminar toda referencia evangélica y religiosa de las solemnidades navideñas, reduciéndola a una pura y simple fiesta humana y familiar, con muchos cuentos de hadas y personajes inventados en lugar de los reales", dijo. "Algunos querrían incluso cambiar el nombre de la fiesta".
Una clave importante para mantener el verdadero significado del belén y de la propia Navidad es "armar un belén diferente, el del corazón", dijo el cardenal Cantalamessa.
"María y su esposo José siguen llamando místicamente a las puertas, como aquella noche en Belén", dijo al Papa y a los responsables vaticanos. "Abramos la puerta de nuestro corazón. Hagamos de ella una cuna para el niño Jesús, haciéndole sentir, en el frío del mundo, el calor de nuestro amor y de nuestra infinita gratitud".